viernes, 29 de junio de 2007

Lecturas para el verano

Hoy voy a recomendaros un libro que se llama La carrera del honor. Es de Lindsey Davis, la creadora del detective Marco Didio Falco, que protagoniza entre otras la fantástica novela policíaca La plata de Britania, cargada de humor y de ocurrencias.
Pero La carrera del honor es una obra más ambiciosa, que narra hechos históricos y que podría ser considerada "una novela de toga". La acción se desarrolla en la Roma imperial durante el gobierno de los emperadores Tiberio, Calígula, y Nerón (entre otros, porque uno de los capítulos del libro se llama el año de los cuatro emperadores). A pesar de que se incurre en algunos anacronismos, el ambiente de la vida diaria consigue sumergirnos en un mundo que sólo conocemos a través de la historia y que además nos creamos el argumento.
El hilo conductor de la obra es la relación entre la esclava Caenis y el futuro emperador Vespaciano. Se trata de una esclava ligada desde su nacimiento a la casa imperial, que conoce a Vespaciano cuando es un pobre provinciano que comienza su carrera política. Esta relación está muy bien dibujada, porque enfrenta a dos personajes inteligentes y decentes y con un gran sentido del humor y entre ellos existe siempre una gran amistad, además de un gran amor. De acuerdo con los tiempos tan azarosos, los personajes sufren mil peripecias; Caenis es liberada por su ama Antonia y Vespaciano se casa con otra mujer y tiene dos hijos Tito y Domiciano, que serán luego también emperadores de la Dinastía Flavia. Su amor pasa por un corto periodo de iniciación, una gran separación (para dar tiempo a que Vespaciano tenga hijos) y un largo periodo de convivencia que termina en vísperas de su ascensión al poder. Y si queréis saber como termina lo mejor es leer el libro.
La relación entre ellos está planteada como un ejercicio de inteligencia y honor, en el que los personajes miran más allá de sus propios intereses y son decentes y pragmáticos en una época en la que abundaban el cinismo, la corrupción y la megalomanía. En resumen, una buena novela que te recuerda cosas que sabías pero que habías olvidado.

jueves, 28 de junio de 2007

El mantra del mes

Estoy contenta de vivir
Estoy contenta de enfrentarme a las dificultades
Estoy contenta si las venzo
Estoy contenta de no conseguirlo y aprender de ello.

martes, 26 de junio de 2007

Había una vez un SIGB...

Había una vez un SIGB... o mejor había una vez una biblioteca que creó un Sistema Integrado de Gestión Bibliotecaria a medida, en los tiempos en los que los sistemas se hacían a la carta, allá por los 80 en este país.
Este sistema era tipo ladrillo, es decir, muy seguro y coherente y muy poco amigable, o más bien, manifiestamente hostil. Este sistema atravesó dos décadas con su robusta fealdad, sin apenas cambios de embellecimiento y pocos cambios funcionales o estructurales. Dentro de su supuesta hostilidad, este programa tenía muchas funcionalidades que no fueron explotadas inicialmente y fueron siendo descubiertas poco a poco.
El personal de la biblioteca fue llegando a este SIGB progresivamente: algunos departamentos en los primeros años y otros mucho más tarde, como a remolque de las circunstancias. Transcurrida gran parte de su vida útil, muchas de sus funcionalidades habían sido claramente infrautilizadas.
Mientras, en el mundo exterior, los sistemas habían evolucionado muchísimo y ya no se hacían a la carta, sino que la mayoría eran programas comerciales cerrados y usados por grandes grupos de bibliotecas. Su evolución había ido sobre todo hacia la versatilidad y la posibilidad de ser configurados por las bibliotecas, es decir habían perdido en seguridad y coherencia, ganando en agilidad de recuperación y de diseño. Y sobre todo eran sistemas mucho menos hostiles, incluso demasiado amistosos o amigables.
En la susodicha biblioteca ha llegado por fin el momento del cambio y se producen situaciones curiosas: existe un apego desmedido hacia el denostado sistema ladrillo y un enorme afán en explotar todas sus posibilidades ignoradas hasta ahora y un terror pánico hacia el ágil sistema fácil. Se da la paradoja de que en los últimos meses de vida del viejo SIGB se ponen a prueba sus fuerzas diariamente, sobreexplotandolo a marchas forzadas.
Pero los tiempos han cambiado, no se puede pedir a un SIGB lo que se le pedía hace 20 años, y todas las etapas se cierran, igual que se agotan los ciclos de la naturaleza y se nublan las mentes más clarividentes. Queramos o no, solo cabe ir hacia adelante.

sábado, 23 de junio de 2007

Bibliotecarios perdidos

Que la de bibliotecarios es una profesión en continua evolución es una verdad archisabida que ha despertado algunas reflexiones más o menos jocosas, ver por ejemplo Babel bibliotecaria. Esto es además útil para diseñar las introducciones a miles de trabajos y cursos profesionales, usando como argumento principal el de que la única cosa estable dentro de nuestro mundo profesional es, y lo será cada vez más a partir de ahora, el cambio permanente. ¡Vaya novedad!, por otra parte: se trata de un hecho que no sólo es cierto en este ámbito, sino en todos los de la civilización actual, independientemente del estatus social y del nivel de desarrollo. Se ha acabado aquel modo de vivir que permitía a las personas una sensación de eternidad y de permanencia, un sentido de inmutabilidad.

Pero los bibliotecarios, como tanta gente que trabaja con información, estamos inmersos en un vértigo continuo de cambios y de asunción de nuevas tecnologías. Crece la información y crece la información generada para gestionar esta información. Cada año aparecen nuevos conceptos, nuevas herramientas tecnológicas que debemos conocer para extraer el mayor partido posible de la información, para conseguir convertir ésta en conocimiento.

Esto, además de la resistencia normal y previsible, ha generado un montón de falsos conversos, que han disfrazado su discurso de encendido amor a las novedades, escondiendo debajo de este un tremendo temor a la verdadera innovación. También crecen como las setas los nostálgicos de un ayer, que no tiene nada de deseable excepto para una mínima parte de privilegiados: está claro que se añoran los privilegios.

Da igual, esto es imparable, porque su motor es la información, que es el oro de los nuevos tiempos.

jueves, 21 de junio de 2007

Sonetos de Borges

Hoy tengo el día borgiano y transcribo aquí dos poemas de este ciego y melancólico bibliotecario, que refleja en cierto modo ese extraño placer de dejar que la tristeza nos invada. A vueltas siempre con la felicidad, que huye de donde se habla mucho de ella, hay en el segundo una variante que introdujo mi amiga Charo (no sé si inconscientemente) y que le otorga aún mayor sentido. Lo que más me gusta de la poesía de Borges es su contención, su tono racional y la sencillez de las palabras que emplea, que por eso producen mayor emoción.

Y ahora dejemos las simétricas porfías del arte y volvamos a la tierra, el agua, el aire, el fuego al arte difícil de ser feliz.



El remordimiento

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

1964. II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol (ser) y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

domingo, 17 de junio de 2007

Educa la tribu entera

Siguiendo con el tema de ayer, José Antonio Marina tiene otra página, más activa que su página oficial y llamada ME : Movilización educativa http://www.movilizacioneducativa.net/, es una página que sirve de vehículo a un movimiento en el que se defiende que la educación es un proceso en el que intervienen todos los actores sociales y que es peligroso dejar la educación exclusivamente en manos de los maestros y profesores.
Personalmente, cualquier tipo de enseñanza me produce un tremendo pánico. No el proceso de aprender, sino el de enseñar. Es curioso porque para mí aprender es un acto continuo, algo parecido al aire que se respira. En cambio enseñar me parece un milagro, conseguir encontrar el medio de comunicar no solo datos sino entusiasmo es en mi opinión una tarea de titanes. Eso teniendo en cuenta que enseñar es una tarea en colaboración, en la que debe poner tanto esfuerzo el que enseña como el que aprende. Pero de eso se trata justamente: si el que aprende no ha elegido aprender y no está motivado para ello ¿cómo conseguir que lo esté?.
Este miedo tiene que ver también con el lenguaje, con la dificultad de usar un lenguaje claro e inequívoco, que permita un buen aprendizaje.
Junto a estos miedos, tengo además las certeza de que es imposible eludir la enseñanza, que queriendo o sin querer, todos enseñamos. Ojalá lo que enseñamos sea útil.

sábado, 16 de junio de 2007

De nuevo, libros

Estos días estoy leyendo una obra de José Antonio Marina que se llama Aprender a convivir, publicada en una colección de quiosco. Se trata de un autor al que sigo desde hace unos diez años y del que he leído bastantes obras, desde su Elogio y refutación del ingenio hace bastantes años, a Anatomía del miedo, publicado este año. He disfrutado con obras como Teoría de la inteligencia creadora (es uno de los pocos autores que considera el buen deporte como una manifestación de inteligencia) o Ética para náufragos, que plantea una ética para estos tiempos difíciles para la lírica y la bondad. Una de las obras de este autor que más me ha gustado es La lucha por la dignidad, en la que habla de la humanidad como una tarea a cumplir, es decir como un recorrido desde el bruto, más o menos nobles, hasta el hombre poseedor de derechos (y deberes), es decir un ser que se ha ganado la cualidad de humano.
Entre sus obras me gustó también bastante El misterio de la voluntad pérdida, que enlaza en cierto modo con el nombre de esta bitácora y con un rasgo de mi carácter, el voluntarismo, que a veces es una virtud y a veces mi mayor pecado.

También tengo algunos libros de este autor que no he terminado o que tengo pendientes, como Los sueños de la razón y alguno de los dedicados a los sentimientos. Son libros que seguro leeré, pero que por alguna razón en un momento dado, se me hicieron difíciles.

No sé por qué razón relaciono a José Antonio Marina con la generación de catedráticos de instituto anterior a la guerra civil, de la que salieron poetas e intelectuales con un gran afán de regeneración. Es bastante más joven y hay rasgos que lo separan de ellos, pero tengo la misma sensación de estar frente a un hombre bueno y comprometido con sus ideas. Sé que entre sus alumnos creó escuela, conocí a alguno de pasada en mi trabajo en la biblioteca y tuve la sensación de tratar con alguien cercano. Tiene una página http://www.joseantoniomarina.net/, con bitácora y todo y le gustan las plantas, la horticultura y la floricultura. En su honor incluyo una de mis rosas más hermosas.


jueves, 14 de junio de 2007

Amigos por siempre

Como los días se me escapan entre los dedos casi sin tiempo para darme cuenta, unos cuantos amigos y familiares me están mandando advertencias: qué si que me pasa, que me he olvidado del mundo, que si los niños de la familia crecen sin que apenas los vea...
No puedo decir que no tengan razón. Y también se la doy a quienes dicen que descuido lo importante por cosas que lo son menos. Mi carácter siempre ha sido incompatible con la tranquilidad y con negarme a aceptar cualquier tarea nueva. Ya desde pequeña era famosa por estar metida en mil hazañas y lo que es peor, agobiada por ello.
Pero la vida es muy corta y yo no me quiero dejar nada pendiente: mi pecado no es el de omisión. Los que me conocéis y me queréis lo sabéis, y deberíais aceptarme como soy. Echo de menos vuestra compañía y las bromas y las risas, que como siempre hemos dicho, son mucho más de media vida.
Además, el cansancio no es un buen compañero: no tienes tiempo para encontrarte con los demás, o tienes tan poco, que la urgencia impide hablar de lo anecdótico, que es a veces lo más importante. Sólo quieres dormir, soñar, leer o andar para renovar las energías psíquicas y en tus sueños te ves junto a tus amigos una tarde, con tiempo y en un lugar tranquilo, sólo hablando y riendo.

martes, 12 de junio de 2007

La espuma de los días

¡Como corre el tiempo!. Hace unos días que casi no vengo por aquí. Es que además hemos creado un wiki del Club de lectura Macondo para comentar nuestras lecturas y parece mentira lo que nos cuesta animarnos a escribir.

Es una experiencia interesante, lo hemos creado en http://clubmacondo.wikispaces.com/ y poco a poco va a ir tomando forma.

Como dice MacBlanca, esperamos a todos los macondeses o macondinos. Nos vemos en Macondo.

¡Ah!, necesitamos un logo mejor, de imagen no pixelada ( de 150 X 150 píxeles)

domingo, 10 de junio de 2007

Domingo lluvioso de junio

Como dijo Ana María Moix (cito de memoria), En una tarde madrileña lluviosa y de cielo azul, temo al mar que amenaza con volver y sin duda la nostalgia llega despacito y de puntillas, hablando de lo fue y de los lugares soñados y me recuerda el inolvidable poema de Aleixandre (La foto es una tormenta de arena sobre Málaga, está tomada de Flickr y es de Stane Stane, a quien mandaré este post):


Ciudad del paraíso, de Vicente Aleixandre

A mi ciudad de Málaga

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.
Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.
Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
merecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.
Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores de brillos.
Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida del tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la lucha eterna que instantánea transcurre.
Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.
Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!
Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.

sábado, 9 de junio de 2007

Vengo del monte

Vengo del monte, de un monte pequeño que está cerca de casa. Hace más de un mes que no subía, ahora que ya no vive aquí mi amiga Montse y además tengo tan poco tiempo. He hecho lo que llamábamos la vuelta larga, que se reduce a una hora y cuarto de paseo, con una subida inicial, un recorrido más llano por la ladera y una subida a una pequeña cumbre y luego ya todo es bajada.
Montse y yo discrepábamos en un aspecto básico, ella decía que es mejor que la gente no conozca los caminos porque si pasa por ellos mucha gente, termina haciendo avenidas asfaltadas. Yo siempre he defendido que es necesario socializar la hermosura y enseñar a la gente a cuidar el monte, que no es sólo no tirar papeles ni desechos, sino también no romper innecesariamente jaras ni arbustos, no dejar demasiadas trazas. No sé si Montse me ha convencido un poco, porque hoy el monte estaba como recién estrenado, con las lluvias y esta primavera flagrante, y el camino lleno de telarañas.
Cuando subí el mes pasado, las reinas del monte eran las peonías, con su planta de verde fresco y sus tallos rojos, con grandes flores rosas. También estaba lleno de orquídeas silvestres, pero estas se ven menos, esconden sus flores atigradas azules y violetas.
Hoy era el triunfo sin paliativos de las jaras, de los cantuesos y del tomillo, de tal modo que más que la foto hoy me haría falta poder transmitiros los aromas del monte.
En la cima de la vuelta larga hay unas rocas en las que nuestros perros se dejaban fotografiar y a las que llamo el paraíso de Musgo y ya bajando y escondido entre encinas y enebros hay un alcornoque, que se distingue por su porte más alargado y al que yo siempre toco la corteza en nombre de las personas que ya no están. Ya va siendo una parada un poco larga.


jueves, 7 de junio de 2007

Libros de Macondo

He leído mi primer libro del Club de Lectura Macondo, Sin destino de Imre Kertész, que cuenta la vida en varios campos de concentración de un adolescente judío. Por el simple hecho de serlo y a pesar de no ser especialmente ortodoxo, un día es obligado a bajar de un autobús cuando se dirigía a su trabajo, iniciando a partir de ahí un recorrido por distintos campos.
La obra es curiosa en dos aspectos: el primero porque el personaje parte de una gran ingenuidad que evoluciona rapidísimamente hacia un escepticismo mortal, al tiempo que se deteriora su físico y, en cierto modo, aunque sea temporalmente, su cerebro.
Otro aspecto curioso de esta obra es la conformidad, que no el conformismo, que va desarrollando el personaje, que contrasta con la actitud de otras obras de este tipo (Semprún o Primo Levi). Parece que pensar sólo en el presente salva en cierto modo del horror de éste, al contrario de lo que piensan otros autores.
El estilo de la obra es otro aspecto a tener en cuenta, su sencillez y su ironía. Es una lectura profundamente emocionante.
Por último, espero que pronto tengamos un wiki para contar nuestras lecturas de Macondo.

martes, 5 de junio de 2007

Toda la belleza...

Toda la belleza del mundo no me justifica una sola de las injusticias que veo cometer, cómo se perpetran tremendas arbitrariedades, y se deja sin recompensa a la gente que más honrada e inteligentemente trabaja.

No es ninguna novedad, como es bien sabido la historia de la infamia es enorme y tiene capítulos tan terribles que parecen disculpar las pequeñas, las míseras mezquindades de todos los días. Pero ningún campo de concentración hace menos virulenta cualquier injusticia supuestamente menor y aunque existan distintos niveles, la esencia de lo injusto es idéntica en el hecho de no agradecer y compensar el trabajo bien hecho que en otros delitos considerados más graves. Supone que no tenemos en consideración a otro ser humano, que no nos ponemos en su lugar, que no somos capaces de experimentar ninguna empatía hacia él.

Es cansado trabajar, como dice la obra de Pavese Lavorare stanca, pero sobre todo es cansado poner un día detrás de otro, un madrugón junto a otro y sumar rutina tras rutina.

Por eso quiero regalaros unos libros y unas flores

lunes, 4 de junio de 2007

Bienvenida para Emma

Hola, Emma, ya has nacido y hoy solo quería decirte que ojalá que tu vida sea hermosa y llena de sorpresas y de veranos libres. Un beso para Silvia y otro para ti

domingo, 3 de junio de 2007

Mitad de año

Ya estamos en junio. El año esta ya casi mediado y especialmente para aquellos que tenemos unos objetivos que cumplir hacia el otoño, este volar del tiempo nos angustia y convierte todas las tareas en apremiantes.
Nuestra vivencia actual del paso del tiempo es cada vez más extraña: nuestro tiempo más que fluir, nos anega y se nos arremolina. Todo lo vivimos a tal velocidad que es difícil tener conciencia plena de lo que hacemos: leemos superficialmente, comemos y soñamos a tan alta velocidad que nos resulta difícil recordarlo unas horas después.
Es como si el tiempo se hubiera condensado, muchos autores hablan de la pérdida del sentido de continuidad, pero yo creo que es tal nuestra acumulación de eventos y trabajos que nos resulta imposible pensar en algo distinto del ahora acuciante: ni existe un ayer que nos explique ni nos queda tiempo para soñar en un futuro diferente.
Sin embargo, todo este torbellino no nos libera de nuestra esencia mortal y contingente y un día cualquiera, cuando en un segundo nos paramos frente a nosotros mismo, nos encontramos tan vacíos en medio de tantas cosas, que nos invade una tristeza profunda.
Puede ser nuestra condición, tan débil, pero siento que el tiempo es un misterio que no sabemos manejar.

sábado, 2 de junio de 2007

Ma il duro inverno non dura eterno ¿rinverdiró?

El título de este post no sé si es una broma familiar o responde a algo, mi padre lo repetía en tono guasón para burlarse de quienes necesitaban saber qué temperatura hacía para sentir frío o calor, y de quienes se dejaban influenciar por el clima en sus estados de ánimo. Está claro que era, o aspiraba a ser, un ser excepcional. La mayoría del resto de los mortales nos dejamos influir por miles de cosas, entre otras el clima.


Esta mañana ha amanecido un día claro y cálido, después de muchos días de viento, nubes y fríos. No sé si durará mucho (el tiempo está cada vez más loco), pero ¡es tan agradable el calorcito de sol (aunque tenga efectos nocivos) en la espalda!

Aprovechar el sol para meter las manos en la tierra, arrancar algunas hierbas, transplantar el aloe.... La tierra y los demás seres vivos están siempre ahí, esperándonos. En ellos yo recobro una parte mi naturaleza, que es fácil y cómoda y regenera mis neuronas y mis nervios.

El lunes habrá que volver a otra clase de tareas, mucho menos inmediatas en devolver felicidad. Pero hoy y mañana aún puedo jugar a que soy un ente natural, que disfruta la tierra, el sol o el viento