sábado, 12 de mayo de 2012

Grecia en el corazón, de mi amiga Amelia

Esta noche del 12 M, quiero traer esta poesía de mi amiga Amelia, cogida sin permiso, espero que no le importe

"Dondequiera que voy
Grecia me hiere."
(Yorgos Seferis)

Se puede quebrar un país 
como se quiebra un corazón,
como se triza,
en su fragilidad,
un cristal.

Se puede
acorralar a su gente,
ahogar sus sueños,
rasgar
el hermoso tejido de su alma.

Grecia de la semilla
y del origen,
Grecia de nuestro ser,
Grecia nosotros,

fragmentada
por nuestra negativa
a ser 
aquéllo
que inevitablemente
somos.

A.S.

sábado, 5 de mayo de 2012

Le droit de se contredire et le droit de s'en aller

¡A.B., por fin lo encontré, ya sé quién formuló dos derechos humanos olvidados en todos las enumeraciones de éstos!. Fue Baudelaire quien consideró un olvido imperdonable el no contar con esos derechos inalienables, el derecho a contradecirse a uno mismo y el de irse.
Con toda seguridad muchas gentes ven en este derecho cierta liviandad de carácter, mucha incoherencia y falta de firmeza. Pero la contradicción es nuestra esencia, o al menos parte de ella tanto como la ratificación o la confirmación.
El pasado día 26, en el ciclo de conferencias de la Biblioteca Nacional de España de El libro como universo, en la conferencia de Enrique Vila Matas, le oí contar una experiencia similar a la mía: la búsqueda desesperada de la fuente o el autor de esos derechos olvidados, que como yo había conocido remotamente y ahora era incapaz de recuperar.
Igual me sucedió a mí, creo que leí sobre eso en mi adolescencia, pensaba quizás que en la obra "Los signos en rotación" de Octavio Paz; pero por más que busqué y pregunté, no había logrado encontrarlo hasta hace muy poco.
Recuerdo que a mis 20 años considerada la enunciación de estos derechos como absolutamente necesaria. Hoy día, cuando el tiempo y la artrosis anímica han agarrotado incluso ese natural instinto, encuentro que no es imprescindible la pública declaración de tantos derechos... Los derechos se ganan a base de responsabilidad y de concedérselos a uno mismo. 
He buscado estos derechos ya en época muy reciente, en pleno desarrollo de las búsquedas en Internet, que realmente ha hecho posible encontrarlo casi todo. Aún así, siempre hasta ahora había fracasado en este empeño. Parecía como si el olvido escondiera esta manía recurrente de mi vida, como si Baudelaire me huyera muerto de risa. 
¿Y donde irán nuestros recuerdos, ahora que todo lo confiamos a la existencia electrónica, si no sabemos guardar toda esa información que está en línea?. El patrimonio intelectual y cultural electrónico debe custodiarse, esta es una verdad tan evidente como lo caro que resulta y los problemas que conlleva, y hace que veamos en Internet Archive nuestra salvación, para escapar de ese mundo del Mañana-Mañana del que hablaban los niños perdido en Mad Max más allá de cúpula del trueno

miércoles, 2 de mayo de 2012

El sarcófago de Menkaura

El primero de mayo ha dado un poco más de sí que los días anteriores, a pesar del temible resfriado y los molestos dolores musculares que lo acompañan, pues me ha permitido leer de un tirón la novela de Gonzalo, nuestro compañero de Automatización.
Es una novela muy entretenida en la que se mezclan con bastante acierto realidad y ficción, como Gonzalo pretendía según menciona al final de la obra. Hay mucho de él en esta historia, de su manía obsesiva por la perfección, de su afán de ayudar a todos, y también de su interés por los números y los enigmas. Resulta curioso ver como va entrelazando verdad y ficción y como sus personajes recuerdan a otros de carne y hueso, pero conservan siempre un punto de irrealidad.
Resulta especialmente interesante todo lo que se refiere a la construcción de las pirámide y al desciframiento de claves, así como lo bien informado que está el autor de todo lo que escribe, desde las inmersiones submarinas a la historia de Egipto y a los hallazgos arqueológicos. No es nada que no esté hoy día al alcance de quien quiera buscarlo, lo que resulta encomiable es que alguien tenga todavía deseos de conocer y de saber. Gonzalo es un decidido partidario de la razón y del conocimiento. También aprovecha para romper varias lanzas en favor de la cultura humanística, en favor del patrimonio conjunto de la humanidad, eso que está ahí, tan mezclado con nuestra vida que corre el peligro de desaparecer arrastrado por ella misma.
Es difícil juzgar la obra de alguien a quien conoces y aprecias, pero en el caso de la novela de Gonzalo, es bastante fácil, se trata de una novela muy bien estructurada, que mantiene la atención todo el tiempo y que hace creíble lo que cuenta. Después vendrán otras, y estoy segura que estamos ante un autor de largo aliento. Felicidades, Gonzalo .