lunes, 7 de noviembre de 2011

Hablará siempre conmigo

Somos siete, éramos ocho. V., la hermana mayor, ya no está. Se fue el sábado cuando a su tozudez y tenacidad proverbial se opuso la realidad médica, tan tozuda ella, cuando le dijeron que ya no se podía luchar más, y que tampoco podían inventar una nueva tortura para su cuerpo devastado. Ella había luchado un año y medio, soñando viajes y reuniones familiares, "soñando quizás con vanidades..."
Su hija M. la ha cuidado, sin concesiones ni vacilaciones, con tierna solicitud y dedicación permanente, como siempre. Desde pequeña, ella estaba en medio de sus hermanos, sus padres y el resto, callada y eficiente. Sin plantearse, en estos tiempos, que sus hermanos compartieran la carga, sin quejarse de nada.
Con V. no era fácil compartir los días, con 500 Km. y otros obstáculos menos tangibles por medio. Pero ahora volvemos a ser yo una niña y ella una adolescente que se conocen y empiezan a contar la una con la otra. O viejas que se cuentan sus cuitas, y que abren un diálogo libre e infinito.
Llevo a todos los que he amado y ya no están a abrazar árboles y a contar estrellas. V., ven conmigo. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Sin apenas leer

La verdad es que llevo un tiempo en que apenas tengo tiempo de leer, en mis vacaciones en Los Escullos leí Campos de Níjar, que me regalaron mis compañeros de Automatización, y la segunda novela de Kate Morton, la autora de El jardín olvidado, llamada La Casa Riverton. Pero el magnífico paisaje del cabo de gata, esos montes pelados, solo con esparto y colores de piedras volcánicas tampoco ayudaba mucho; solo a la caída de la noche en el porche del bungalow que por ocho días fue nuestra casa con C. y C. dormitando y de vez en cuando saliendo a la carrera detrás de un gato, leíamos o consultábamos Internet.
Pero el resto del tiempo, en vacaciones o yendo a la oficina, he estado tan ocupada trabajando o leyendo documentos técnicos, que la otra lectura, la de inventarse mundos ha quedado relegada totalmente. Y lo noto tanto como la falta de ejercicio. Aunque mi trabajo me encanta y me supone un continuo estímulo, necesito esa dosis de olvido que supone sumergirte en un buen libro. Tengo empezado uno de Tana French, Faithful Place, pero como es en inglés con bastante jerga, me cuesta bastante leer con el cansancio que acumulo. Y además hay siempre otras lecturas.
Además, muchos enfermos en la familia, mucho miedo y gran desconfianza en el futuro, para empezar este mes para mi tan poco estimulante, el noviembre de las pocas horas de luz de la naturaleza durmiente. Aunque este año las plantas, los árboles, los animales están confusos: moscas y hormigas adormiladas, flores extemporáneas... Desconcierto de la vida y la muerte.

Para los que tenéis niños e ipad: The Fantastic Flying Books of Mr Morris Lessmore