jueves, 31 de diciembre de 2009

Desasosegante


Acabo de terminar un libro que me ha impactado y me ha resultado profundamente desasosegante.
Se trata de una obra que la propaganda editorial vende como una novela de amor, pero que yo creo que es mucho más, es un punto de vista nuevo sobre la Guerra Civil y la II República, o quizás no nuevo, sino integrador, diferente, no sé que adjetivo utilizar...
He crecido leyendo libros sobre esta época; los primeros, muy, muy pronto, aconsejados por mi padre, hablaban de checas y de "paseillos" y de "gente de orden" acosada por "las hordas marxistas". Cuando eres niño  sólo quieres saber quienes son los malos, pero aún así yo siempre tenía dudas.
Y las dudas crecen y crecen, no es verdad que al hacerte mayor crezcan las certezas, o por lo menos no en mi caso.
Después he leído otras obras de ficción sobre esa época, desde Por quién doblan las campanas, hasta el último Winter in Madrid, este último más bien de la época de la postguerra.
Este libro es diferente, no solo porque supuestamente es una historia de amor (que lo es, y muy hermosa), sino porque sitúa el cataclismo en un contexto esperanzador y progresista en el que parece que todo va por fin a cambiar, que este país va a poder cambiar el atraso por bienestar y justicia. Es curioso que una de las cosas que te hacen reflexionar es la terrible ausencia de ciertas tecnologías: aviones para cruzar el Atlántico, televisión, radio, móviles, y no digamos ya Internet.
Muñoz Molina pone en la voz de algún personaje que Hitler había ganado las elecciones porque se le había visto mucho, porque se movía con aviones, frente a sus oponentes y a los políticos en España, que se movían en con medios de transporte más anticuados.
Luego, ya en la propia guerra, que fue una guerra de desinformación y/o propaganda, un sentimiento generalizado de los personajes es la de no saber qué pasa, a pesar del bombardeo opresivo de información y de consignas, en el río de informaciones contradictorias, sesgadas, interesadas... Ni tele, ni radio (no como la entendemos ahora), casi sin teléfono, puesto que las líneas funcionan intermitentemente; los individuos solos enfrentados a sus miedos y al ruido y la furia de la propaganda y la violencia.
Así como no hay en este libro buenos y malos (o los hay, pero de otra forma), tampoco hay buenismo. Los personajes no son héroes, hacen lo que pueden, se limitan a vivir como la encina de Machado: Con esa humildad que cede/Sólo a la ley de la vida, /Que es vivir como se puede.. Esto es de agradecer, porque respecto a esta guerra infinita que es la Guerra Civil, hay un buenismo estomagante. Hace poco he leído una anécdota  que me ha encantado sobre una niña más o menos de mi generación de familia progresista o republicana que preguntaba a sus familiares qué habían hecho en la guerra, si habían matado muchos malos; como todos le decían que no, que ellos no habían matado a nadie, la niña había llegado a la conclusión de que por eso los leales a la República habían perdido la guerra, porque mataban poco.
Pero no, eso no fue así, se mató mucho, por ambos bandos , y se mató mal, chapuceramente, pueblerinamente, como si hubiera ganas antiguas...
Otro de los sentimientos que afloran en esta obra es el de la pena por la ineficacia general del país. En la primera parte de la obra, como el protagonista es un arquitecto del equipo que dirige la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid se habla de las constantes interrupciones del trabajo, en parte por las huelgas, pero también por problemas burocráticos y tecnológicos; se habla de desmontes hechos a golpe de pico y pala. Esta ineficacia contrasta con lo que ven los personajes en el extranjero, en Alemania en Weimar, en la Bauhaus, donde Ignacio Abel acude becado, o en Estados Unidos, donde recala después de un viaje alucinante huyendo de Madrid. Estos escenario distintos de la España del 36 sirven para enfrentarnos con dos realidades chocantes: la primera la diferencia entre las mujeres de dentro y de fuera del país; el personaje Ignacio Abel describe a su amante Judith Beily como un ser soberano de si mismo, y eso es una novedad para el lugar y la época.
El otro aspecto es el que menciona el personaje de Negrín, mucho del atraso endémico de los españoles en esos años es una cuestión física, solucionable con unos años de buena alimentación. Por eso da una pena tremenda oir a Negrín soñando con un poco de tiempo para poder hacerlo, rogando que sus adversarios y sus propios correligionarios concedan al país un poco de tiempo para que se pueda realizar el cambio. Pero esa vez no pudo ser.
Como se cuenta en esta obra La noche de los tiempos, la Ciudad Universitaria se destruyó antes de ser terminada , y sobre sus ruinas se volvió a construir otra. Toda una metáfora del país del despilfarro.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Adiós a un buen compañero

Me retaste a que escribiera sobre ti en mi blog, y soy de una generación con un punto de competitividad y con el propósito vital de no eludir ningún reto.
El primer día después de tu partida supongo que ha sido peor para MJ, L, A y F, y aun así yo te he echado de menos un montón, y eso que trabajo no nos ha faltado, como sabes. Supongo que a tí te habrá pasado lo mismo, porque hemos pasado juntos unos tres años ¿no? muy intensos.
Ya no te voy a halagar más los oídos, como tu dices "irse es como morirse, todo el mundo dice: ¡con lo bueno que era!". Pero sí quiero resaltar una vez más tu buen carácter, quizás porque yo carezco de él. Eres buen compañero incluso para los jefes y eso no es frecuente. Ahora sí, siempre les llevas la contraria, quizás solo por una cuestión de higiene mental, que no está nada mal.
Voy a terminar mandándote un enlace que creo que te gustará a la serie The Wire, que tú me diste a conocer y que ahora sigo bastante de cerca. Me encanta el tema musical Down in the hole, puedes oírlo en este enlace de la Wikipedia
Y de postre el Viatge a Ítaca
Bon viatge pels guerrers que al seu poble són fidels.
Afavoreixi el déu dels vents,
el velam del seu vaixell.
I malgrat llur vell combat,
tinguin plaer dels cossos més amants.
Omplin xarxes de volguts estels,
plens d'aventures, plens de coneixença.
Bon viatge pels guerrers, si al seu poble són fidels.
Que el velam del seu vaixell,
afavoreixi el déu dels vents.
I malgrat llur vell combat,
l'amor ompli el seu cor generós
trobin els camins dels vells anhels,
plens d'aventures, plens de coneixences.
I malgrat llur vell combat
tinguin plaer dels cosos més amants.
Omplin xarxes de volguts anhels,
plens d'aventures i de coneixences.

Ya sabes, te esperamos, "plens d'aventures, plens de coneixença".

domingo, 20 de diciembre de 2009

La Nochebuena se viene, la Noche buena se va


Creo que ya todo quisqui sabe lo poco familiar que soy, porque entre otras cosas lo he contado aquí varias veces. Pero la Navidad es una ocasión para el recuerdo y es imposible recordar la niñez sin recordar a la familia.  Aunque parecerá raro a los que me conocen, yo he cantado cuando era pequeña villancicos con mis hermanos, mis tíos y mis primos, delante de un nacimiento y con zambombas y almirez y quiero decir que en mi recuerdo creo que no sonaba ni mal, mis tías eran muy profesionales del asunto y lo hacían con mucho sentimiento.
El resto, los más pequeños, desafinábamos como podíamos y preguntábamos el sentido de las letras: ¿Por qué se alquilan en el cielo balcones para un casamiento?, ¿qué quiere decir pero mira como beben los peces en el río? ¿Beben los peces? y otras preguntitas semejantes.
Recuerdo que este villancico del título del post lo entendías muy pronto, no sé si con alguna ayuda o no. Se refiere es que pasan las nochebuenas y hay gente que ya no está ... 
No todos los años falta alguien, pero este 7 de diciembre se ha ido mi tío Aldo, el hermano de mi madre, un hombretón con el que no he tenido mucho trato  (por ejemplo, al pertenecer a la rama italiana de la familia, jamás le he visto cantando villancicos, y en Navidades rara vez nos reuníamos), pero aún así recuerdo su voz llamando Mamma a mi Nonna, mi abuela materna, y su bromas y su sonrisa.
Poco sé de él aparte de los "datos técnicos": una esposa española, mi tía Sole, y cinco hijos, cuatro chicos y una chica. Trabajó, creo, como empresario en Marruecos y vivió entre Málaga y Tetuán. En sus últimos tiempos dicen las crónicas familiares que le gustaba perderse por África, aunque parece algo difícil para una persona ya bastante mayor. De todos modos, sea o no cierta esta leyenda, reconozco que me gusta, le añade misterio a la vida de mi tío, que en mi imaginación infantil era todo un héroe, no sé si por vivir en África o porque le gustaba cazar jabalíes. También era gracioso que fuera el hermano pequeño de mi madre ese señor tan alto y con una estructura ósea tan tremenda.
En fin, todos tendremos un día una biografía tan esquemática como la que doy aquí de mi tío Aldo Piano Bettini, y quizás lo único importante sea que hayamos sido buenas personas y que algún niño nos recuerde con cariño y nos lleve consigo mientras viva.