sábado, 21 de febrero de 2009

La poesía es un arma cargada de futuro

Mi amigo Ricardo, contra su costumbre, ha hablado en su blog de poesía, incluyendo los cuatro primeros versos de un poema muy tierno de Gloria Fuertes, la tierna poeta de los niños del tardofranquismo. Es un síntoma que muchos ahora nos acordemos de la poesía, que no solo es un arma cargada de futuro, sino una fuente de paz en tiempos revueltos. Contra el girigay de la gente vacía, la poesía no sólo nos conforta, sino que nos alimenta y hace que crezcamos por encima de nuestros sueños.

Hace un tiempo que sólo leo dos segundos antes de "doblar" o dormirme, estoy leyendo en inglés My family and others animals de Gerald Durrell. Pero estoy tan cansada que no leo de un tirón desde que terminé una novela muy entretenida sobre el frente de Aragón, El secreto del brigadista, de Andreu Claret Serra. Pero las palabras te atrapan en cualquier sitio: en mi caso viajando en Cercanías, leyendo esos fragmentos literarios que se adhieren a las paredes de tren y viajan con nosotros.

Allí leí hace unos días un poema de Ángel González, del que me quedé , al contrario que Ricardo, con el final, con dos versos de belleza torcida: El éxito/de todos los fracasos. La enloquecida/fuerza del desaliento… Como no he leído mucho a Ángel González, me he dedicado a buscarlo por la red y he encontrado el poema en cuestión, que aquí transcribo completo y que se llama Áspero mundo, y he encontrado varios vídeos del poeta en un blog llamado Tomo la palabra.

Merece la pena oír la voz y ver las fotos o las imágenes grabadas del poeta. Ángel González nos habla de otros tiempos y de otras gentes distintas de las que hoy existen, probablemente como dice el fruto de unos tiempos más duros...


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinocios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento…

Ángel González, Áspero mundo (1956)

Vivir es un oficio que cuesta aprender, pero no hay duda que las voces de los poetas son una forma de aprender y de soñar lo pasado y lo futuro. Salud y poemas, amigos. Y para seguir soñando y aprendiendo, visitad el post de Kirai Matemáticas y ZEN

miércoles, 11 de febrero de 2009

Allí donde el mar vive

Este fin de semana hemos estado en Málaga. A pesar del viento, no hacía nada de frío y la luz tenía la consabida consistencia de sueño. Y el mar tenía un color turquesa y azul profundo, con miles de gaviotas posadas en su superficie.
Hemos paseado, comido pescaíto y sobre todo hemos visto a la familia, adultos y niños, la hermosa legión de alevines rubios y morenos, cada uno recordando a sus padres como fotocopias. Y también los pocos mayores que quedan, la tía V., que mantiene su mirada atenta a pesar de los años y de que la cabeza a veces se le va un poco...
Al salir de nuevo hacia Madrid, de golpe me ha entrado una tristeza extraña, como de abandono del paraíso. Aunque sea cierto que los paraísos no existen o que los llevamos dentro. Pero ¡es tan hermosa esa luz sobre el mar, esa ciudad colgada de los montes!
Es probable que esa tristeza extemporánea tenga que ver con el cansancio o con la edad, pues siempre he disfrutado enormemente de los viajes y del regreso.

domingo, 1 de febrero de 2009

Nieve, nieve, nieva.


El final del año pasado y la entrada de éste han estado llenos de nieve. Parece como si de golpe hubiéramos entrado de nuevo en la era glaciar, y en cualquier momento pudiéramos ver aparecer mamuts por la A6. Como dice C., estamos necesitando ya una buena "bofetá de calor". Y una dosis importante de luz del sol, porque la nieve, que es hermosa hasta decir basta, implica un cielo cerrado "panza de burra" que nos hace replegarnos mucho en nosotros mismos, en nuestras "casas guaridas", en el silencio que la envuelve.
Esta mañana la nieve está cayendo inmisericorde desde primeras horas y la inicial capita es ahora (dos de la tarde) un manto pesado y gordo que lo envuelve todo. Si en el paseo mañanero el cuerpecillo de Coco (un yorkshire) temblaba cubierto por los copos, ahora tiene bastante posibilidades de quedar sepultado completamente.
Con nieve y en domingo, todo se ralentiza y la vida se queda en suspenso, aunque no pasen quita nieves por esta carretera secundaria no pasa nada, solo que apenas hay tráfico y que se detiene el mismo fluir del tiempo, empantanado en la nieve. Ni siquiera importa mucho que la nevada haya impedido que la señal de televisión llegue, a pesar de la final del Open de Australia.
Mañana será otra cosa, mañana todo tiene que funcionar, y habrá que patinar en la nieve o en l hielo y sacar los coches, y que el tren funcione. Porque habrá que trabajar y no podemos permitirnos otro colapso como el ocurrido ya hace casi un mes, el pasado día 9. Y es cierto que el año que empieza se ve difícil, con dificultades económicas, más el frío (que implica un gasto del que es difícil prescindir, el de la calefacción) y más las disputas políticas sobre la solución de todas las crisis.
Pero como tenemos que seguir adelante en nuestra búsqueda de la felicidad, pues lo haremos disfrutando de lo que podamos: de la nieve cayendo y su hermosura blanca, de la chimenea y la lectura, que además son baratas.